Y llegó el lunes, a cuatro días de una hecatombe no predicha me hallo contando las brazadas de paja necesarias para sacar del lodo sapos y más sapos. Sosteniendo el ánimo por obligación recordando que no existe metralla inocua, sino corazones de hierro. Tengo miedo de mi, de él, de ÉL. Que pavorosa incertidumbre hoy me allana, parece que la tierra hubiera dejado de permitir la existencia de herbáceas más allá de la valla que marcas rodeando tu casa, amargando tu paso, recibiendo retama que alguien te regala porque conoce tus defensas y tus debilidades no las traga. Solo sabe a esta altura escupir más y más resortes de los que la mañana posibilita.
Sabes, que a los 6 yo ya dibujada partes sin nombre y escrúpulos a modo de corazón detalladamente concebido. Sabes que no cabe aquí , lo sabes; lo que a impulsos tratas de encajar, que no encaja no sigas, que no vayas, no pares. Olvida que apretar es algo más que un resquicio tapar.
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nada estomagante