Te aseguro que hay cientos de señales esperando que aparezcas para desatarse y estallar en mi cara. La hora del café se convierte en el blanco perfecto de mil casualidaddes por unidad de tiempo mientras gateo en ascensores que suben y bajan.
Podría ser más fácil pero nunca tan emocionante como cuando sé que en cada intervalo de tiempo acotado entre accidentes de miradas aparecen burbujas de hielo que paralizan el momento y lo hacen eterno en el recuerdo.
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nada estomagante