viernes, 27 de agosto de 2010

Escenarios de papel cartón


Nos peleábamos por el infinito y nos salían hasta decimales. Dejábamos las cuerdas descompuestas y los rincones llenos de paredes y las golondrinas llenas de arañazos. Quemábamos puertas, reíamos a carcajadas de las arañas en sus propias telas atrapadas; de las moscas de la fruta colgadas de hilos de colores desde la telaraña.

Los estropajos baratos para borrar corazones tatuados a lo largo de toda una vida valían doce meses a tu lado. Podíamos escapar, volver, escaparnos, volver a escaparnos; podíamos reinar en universos paralelos y yo era doña Inés y tú la mascota pez desgarbada que le seguía sin saber por qué.

Las burbujas se consumían y los agujeros se derretían al paso de tormentas de luz envidiadas por muchos y temidas por tantos. No pasaban de la trastienda los rencores, las mariposas se quedaban espantadas en la puerta esperándote llegar para pegarse con adhesivo barato a tus huellas y seguirte decenas de kilómetros que borrabas con los pies.

Un día temí al ver alargarse tu sombra haciendo infinitos cortantes con el sol de media tarde y le puse las tildes por sombrero a tus modales de acero; luego huí tras tu sombra escurriendo la tarde hasta su encerradero.