sábado, 23 de abril de 2011

sobre los entrantes y el postre


Y aunque sabía que me preguntaba sobre mi carrera y por la convivencia como mera deferencia... Auscultaba mi ser con destreza con un único propósito. Ya veía una almohada en mi vientre y un rascador profesional reposando sobre la mesa ( y eso que me comía las uñas hasta el codo)

Estaba harta de eso; de eso y de esas con las que seguía compartiendo velas y yo sin saberlo, o al menos sin la certeza de que ellas también le rascaban el pelo y le mecían suave en las noche de viento. Ojalá hubiera podido tirar el plato de pulpo por los aires, levantarme de aquella mesa, salir de aquella terraza e incendiarla con él dentro... Pero sus mejillas, el cuello de su camisa, me lo impedían. Que más quedaba que sentarme a ver pasar las olas mientras me preguntaba, mientras le contestaba. Como una ceremonía, pero sin ritos... La única costumbre era que reinarara la incertidumbre... Llega la dueña del restaurante como siempre de diez en diez minutos:

- ¿ alguna cosica más? tengo huevicas, salmoneticos...
- No, gracias, la cuenta- Y sonrisa de oreja a oreja. Me mataban sus maneras, tan seductor... Esa forma de mirar a una camarera cuarentona y llena de grasa como si quisiera lamerle el lomo hasta el éxtasis... Él era dulce hasta la diabetes y te explotaba en la boca como los peta zetas.

Acabó la noche como ya estaba escrito; entre las sábanas, gritando delirios mentales,y luego yo la almohada... Me mantuve en vigilia toda la noche, era imposible dormir en aquella cama destilando amor cosmopolita; tenía la constante sensación de que alguien entraría de un momento a otro a recoger alguna pertenecia olvidada.. Me preguntaba sobre aquellas cosas que adornaban su cueva. Todo parecía inconexo, como pedacitos arrancados de diferentes vidas sin un fin concreto; como souvenirs sexuales, recuerdos de cada conquista sin un valor determinado... Y buscaba entre aquellos objetos; pendientes cojos, bragas rotas, camisas llenas de carmín relatando tríos, cuartetos... o quizás una batalla de besos en cinco tonos diferentes de rosa.

Y buscaba.... mecheros en toda la gama de colores ( incluidos blanco roto y blanco hueso), varios cepillos de dientes, medias con mas carreras que un maserati...

Y buscaba.... muestras de perfume femenino, envoltorios de chicle sin azúcar..

Y buscaba...

¿dónde estaban todos aquellos trozos de corazón,
los que yo esparcía sobre su colección
como sal por la nieve cuando me esfumaba?















Aunque me duela, aunque lo exculpe, aunque me queme, aunque me hiera

3 comentarios:

  1. Pues si que era ligón el muchacho!!!!. Eso es bueno. Esto me recuerda a una chica hace tiempo, es más sin conocerla de nada me daba toques al móvil, la verdad fue interesante mientras duró, pero dejó de dármelos. Normal porque apenas la vi, apenas la conocí y tampoco yo era de donde ella vivía, vamos que yo era de fuera, sólamente fui allí en muy pocas ocasiones y tal...

    Pero mi duda es si aquellos toques al móvil los daba por darlos, o simmplemente era porque le caía bien, cosa que hoy día no tengo ni idea...

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  2. emmm , yo no era el anonimo del relato anterior ... emm . bueno por ahi te dejo esto aver si te animas y levantas cabeza ;o) .

    Morodo - Binghi no cry (con letra)

    http://www.youtube.com/watch?v=CIRWRno5-to

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  3. Me encantan esas comparaciones tan lúcidas y ocurrentes, siempre me ha pasado, del estilo de "más carreras que un maseratti"... brillante.

    Un fuerte abrazo desde el Otro Lado.

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nada estomagante