lunes, 2 de febrero de 2009

Imposibilidad de conocimiento global




Jamás soporté las tonterías de los críos de mi edad ni el dulce y maravilloso olor a incienso en las iglesias ( me daba rabia que un sitio que me repelía tanto oliera tan bien); acostumbraba a hacer tachones hasta cuando escribía a lápiz en lugar de usar la goma porque creía que borrar era demasiado fácil y definitivo; nunca pedía las cosas por favor si el receptor de mi solicitud no me doblaba la edad al menos. Conforme crecí empecé a desmarcarme y desarrollé la capacidad de analizar todo cuanto sucedía a mi alrededor en un lapso de tiempo ínfimo. Un día (antes de tiempo) hice por fin aquella pregunta en clase de catequesis y como la catequista no me respondió con la suficiente convicción como para apagar mis dudas lo volví a intentar en el colegio, en clase de religión. Aquello dió la vuelta al colegió y revolucionó a la sala de profesores de la misma forma que lo hizo aquel hombre desnudo que dibujé con cuatro años. Sin duda fui yo solita la que marcó mi trayectoria desde la infancia, sé que mi curiosidad me matará a disgustos y que la gente se seguirá preguntando por qué me hago esas preguntas tan extrañas..

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