miércoles, 13 de mayo de 2009

A don Agustín le han escoñetado la bisagra y le han descuajeringado el gozne, y va a salir de la Casa de la Villa sin haberse comido un madroño


Esta es una historia de calle, que tiene principio nudo y desenlace, cierto pero nada normal, se trata de la aventura de la paranoide asintomática en do mayor. Habían quedado después de un fugaz encuentro de bocas fervientes de deseo externo. Habían coincidido por las cosas de la vida en un lugar que ella no frecuentaba pero del que después de aquello se haría devota y asidua en la vida. Ella esperaba fuera a 5 minutos pasados de la hora y él no aparecía a pesar de ser del mismo vecindario donde habían quedado. A ella se solapó un marroquí que la invitó a chocolate derretido y conversación rota sin esquinas. Y esperó y por mucho que esperaba no aparecía su aturullado teniente Peter (a partir de ahora P). Más de media hora esperó con el corazón en un puño estratégicamente formado, pero nada... P no se veía por ningún lado y el chocolatero la acompañó hasta cerca de su casa insistiendo de manera tenaz en que quería saber de ella, en un número, una salida, una quedada... Estaba decepcionada y se lo contó a chocolate´s man, el cual sirvió gracilmente a sus deseos de desahogo. Llegó a casa y se cagó en Dios, la virgen y todos los santos primero para sí y luego públicamente. Cogió la dirección y con toda la ira que tenía acumulada y mientras expulsaba lo más feo de si lió como buenamente pudo una historia verde y la guardo en su descuajeringada chaqueta. Fue hacia donde la dirección le señalaba y por el camino tuvo tiempo de narrar su propia historia en futuro. Fue una de esas premoniciones que ella tenía a diario y que la hacían sentir dueña de su universo paralelo, que le daban la seguridad que le faltaba a una persona con tan mutilada autoestima. Tocaría al portero y algún compañero se pondría, ella diría: "¿está P?", a lo que una voz le interrogaria predestinadamente "de parte de...?". "De parte del que le va a cortar la polla a cachos" y bueno... tenía que haber sonado más masculina pero no le salió y se tuvo que aguantar. Ella subió y mostró su cortesía a los habitantes de ese piso tan raro. Alguien que trabajaba con células madre la llevó hasta la habitación de P que había decidido acostarse tras mostrar su decepción al grupo. Ella lo saludó de buenas maneras y se mostró vergonzosa porque la situación lo requería. En la cocina se asentaron, lejos del gentío y crearon el ambiente más cálido que se puede crear en una de esas cocinas en las que cada hueco está responsablemente utilizado: la tenue luz de la campana a modo de resplandor emulador de velas, los taburetes altos y el whisky con hielo. Es entonces que aparece la historia verde para sacar de sus casillas a aquellos dos desconocidos. Fumaron y al terminar ella le dijo a P: "¿Estaba bueno?", "Sí, claro" dijo él con entusiasmo, a lo que ella refutó "me lo he hecho mientras cagaba y pensaba fuertemente en que te quedaras calvo, esteril y te petara un negro bravucón", vaya una cara por respuesta recibió a modo de bofetada. Resultaba que P la había estado esperando en el interior del antro por antonomasia como más de una hora, y por eso no se habían visto y él se fue a su casa desembutido de su habitual esplendor vital. Cuando los demás marcharon a la calle para tomar algo se mudaron al sofá, hablaron y ella vió personalmente al filósofo que habitaba en la cabeza de P, se sorprendió gratamente, no imaginaba que la vida le hubiera puesto delante a aquel personajazo de ojos cálidos y voz latina agüicheada por el charco que había tenido que cruzar. Fueron a dormir juntos, P quería respetarla pero no sabía que se podría quedar mudo si eso sucedía.. Y en la cama una vez hablado todo y arreglado algo, P le preguntó que si quería saber como besaba y ella le otorgó la respuesta a modo de un plástico silencio que se consumió poco después cuando el la besó como nunca antes nadie la había besado. Con la ternura de el que está lleno de amor por dar y no recibe sino palos o escobazos como recompensa a sus dóciles caricias. Como dos ansiosos amantes se comieron,sus cuerpos parecían asistir a una aleación de metales nobles, la lengua de P parecía estar entrenada para domar a la de ella y cada lamentoncito suyo la hacía retorcerse de gusto. Se apretaron mutuamente, compartieron mucho de aliento ,pocas palabras (solo las justas y necesarias) y mimos suficientes para calmar a una tribu entera de desapetentes sexuales.. Se hicieron todo lo que se les ocurrió o quizás no, pero no se acordaron después de todo dado el estado de excitación y deseo adulterado con la peste del whisky con el que se habían atiborrado. Hicieron tantas dulzuras que olía a magdalenas recien hechas por la mañana y hasta la luz del alba les hizo sonreir. Cualquier gesto les hacía restregarse las caras y agarrarse con ímpetu sobrecogedor. Ya de día, fueron a desayunar a un bar, P dijo cosas que le molestaron pero ella se hizo un poco la sorda porque sabía que era su naturaleza sincera lo que le empujaba a hablar de esa forma. Marcharon cada uno por su lado. De vuelta a "casa" vió un hombre echándole dinero a la máquina de los tickets de aparcar, iba todo bien trajeado y se le cayeron dos céntimos de euro. Ella se percató de que los había visto y también de que aquel tiburón no tenía la menor intención de agarrar sus dos míseros céntimos. Se paró a su lado y le dijo "perdona, se te han caído esos dos céntimos". Él respondió con un "Bah" y un gesto de descortés despreocupación hacía aquel ínfimo e irrisorio pedazo de metal. Ella cogió los dos céntimos y dijo: "¡Vaya, que suerte he tenido encontrándome en mitad de la calle dos céntimos!, los pondré a buen recaudo" y dicho esto los guardó en su sostén. Por el camino siguió pensando y ya se imaginó a la madre Consuelo en la puerta esperándola para aleccionarla con la retahíla de frases cortas irracionalmente premeditadas con las que solía amilanarla cada vez que llegaba de mañana, toda despeinada y con la cara hecha un cromo, porque la verdad es que su cara era la viva estampa que lleva la fórmula de la felicidad escrita en lengua indescifrable.







Para P... por robar almas

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