jueves, 29 de enero de 2009

Eso yede




Se levantó de la cama mientras observaba sin muchas ganas al inquilino que sin gran esfuerzo había acogido entre sus sábanas humeantes.. y se hizo un moño rubio apenas apretado por eso de no querer joder al viento. Desnuda esperaba alguna señal de vida por parte de aquella nueva conquista que ni siquiera le dio las buenas noches. Daban igual las manecillas del reloj, sólo eran acuarelas pintadas en una esfera demasiado redundante, también daba igual el estertor que provenía de nuevo del piso inferior, daba igual todo. Se despertó el inquilino, ella había puesto la tele y la ventana abierta abanicaba su gesto de superioridad. Resurgiendo como entre nidos de amapolas apareció aquel buenos días que le lleno el alma de sal. Para cuando un poco de originalidad? Estaba harta de esperar algo diferente. Su herida goteaba perfume, un perfume que al final se convertía en la dictadura de su corazón de porcelana. Y sabía lo muy estrecha que era su garganta para albergar el eco de lo que sus sentimientos le susurraban desde el otro lado del cristal… el lado que ella trataba de repellar cada mañana post-polvo. Él habló:
- Me ha gustado mucho pasar la noche contigo, me gustaría volver a verte y hablar y conocerte y que pasemos tiempo juntos. Pareces tan lista y dispuesta a comerte el mundo... Me encantas.

Demasiado, pensaba ella, estaba demasiado acostumbrada a escuchar esa monótona frase. Tan acostumbrada que le parecía mera deferencia, su cabeza procesaba la información a una velocidad sobrenatural y siempre obtenía la respuesta correcta en tan solo unos segundos, pero por eso de no parecer fría y calculadora esperó a que él dejara de mirarla suplicando una respuesta para soltar en una bocanada:
- Todo lo que dices hoy suena tan bien que me gustaría saber si suena así de bien cuando dejé de sonar.

Y el se marchó y evidentemente sus palabras dejaron de sonar, fueron empaquetadas sin cuidado y vertidas sin piedad en el saco de porquerías por clasificar que ella mentalmente había fabricado con el objetivo de descartar amantes. Ya chirriaba la cafetera y fue a la cocina desnuda mientras las plantas de sus pies húmedas dejaban un rastro de sexo tras de sí. Cerró la puerta de la cocina, masticó aquel olor que la volvía loca, se sirvió una taza y se sentó en el suelo, encendió el cigarro matutino y comenzó a hablar sola mientras escuchaba el teléfono sonar… le daba igual quien la llamase, era su momento sagrado, era la hora del café con cigarro, era SU HORA y TODO lo demás y los DEMÁS daban igual, exactamente igual.

6 comentarios:

  1. Todos tenemos nuestra hora. Nos da por el tabaco, el café... el Jack Daniel's... la lluvia... Siempre tendremos nuestro momento, ya pueda hundirse la tierra.

    ----------

    Ligera apreciación. Nunca la he probado.

    No, no hay un chico argentino. Tenemos sevillanos, rusos, pero no argentinos.

    Respecto a lo que hay que traducir, no me asusto. Ya pocas cosas me hacen echarme atrás.

    #47

    ResponderEliminar
  2. En ocasiones, a veces siempre, buscamos la soledad a pesar de que creamos añorar estar arropados por alguien...

    Un fuerte abrazo desde el Otro Lado

    ResponderEliminar
  3. Siempre nos quedará ese invento de Microsoft... y el Tuenti. Menudos estamos hechos.

    A mí me salen palabras más abstractas, pero me apunto al proyecto de darles significado. "defirks", señales auditivas emitidas por el alma (por ejemplo).

    ResponderEliminar
  4. Hay aspiraciones hasta cierto punto. No hay nada que me repugne más que la necrofilia, o la pedofilia. En fin, los desórdenes sexuales.

    Por cierto, puedes preguntar lo que quieras, cuando quieras, y de la manera que quieras. No tendré problema en responder casi nada.

    ¿Qué tal la traducción?

    #47

    ResponderEliminar
  5. Puedo ser cualquiera. Aunque suelo ser uno que va mucho por Comic'n'Coffee. Buen ambiente allí.

    ¿Y usted quién es, señora Endina?

    #47

    ResponderEliminar

nada estomagante