martes, 17 de febrero de 2009

so(u)ciedad


Lentos, muy lentos, sin compás, con las respiraciones en la cara y el vaho entremezclandose, con flashes de palomas decrépitas agonizando y caricias flagelantes. En un cuarto oscuro muy frío, con mantas por todos lados, con cojines desalmados y calendarios marchitos en cada pared renqueante. Estrechos, muy estrechos, con el latido en el cuello y las manos en el pan, la cabeza gacha por si las moscas y el ego deshecho en un tarro de harina para mezclar con coca. Agarrados, muy agarrados como temiendo la inminente huida en estampida, con la tele a volumen de película porno y los colores distorsionados por la humedad. Así estábamos rotos y perdidos esperando que alguien nos ofreciera cobijo, como si deseáramos revivir la acogida más repetida del libro santo cristiano, como si nos comieran aquellas paredes desconchadas, ¡como si deseáramos herir al viento! pusilánimes y apaleados, con sangre en los cuatro costados, con las lágrimas de los que nos lloraron, descuartizados en un desván con las sombras palpitantes pero el corazón parado.

1 comentario:

nada estomagante