jueves, 30 de abril de 2009

tímidas aventuras turísticas (Cupcake Island)

Un momento, dos, tres, o quizás catorce de ellos fueron sucifientes para darme cuenta de que en Dulcilandia los superheroes ya no caminaban entre los transeuntes con una capa en la que se proyectada la silueta de una magdaleta o tal vez del de un bizcochito de frutas. Dulcilandia perdía encanto y sensación por días, pero eso si ,a cambio se ganaba a bastantes curiosos al año, de esos que en vez de veranear en Benidorm o soportar a las medusas de tres plantas del Mar Menor prefieren atiborrarse con las más dulces y exquisitas habitantes del curioso lugar.
En Dulcilandia los años hacían estragos por eso de que la gente comía más de lo que podía por no conocer los límites de una diabetes insípida.... que hay que tener buen ojo, que no todos los dulces son tan ricos al paladar ni tan exquisitos al tacto, que si alguien comete un error comiéndose un pastel, eso es tiempo perdío y experiencia ganada. Para Yeison aquel café con azucarillos caseros significo un alivio inmediato, pues le aligero de forma brusca el peso de su memoria, ya solo le faltaba volver a caer en la tentación de su postre preferido, qué rico estaba aquel chapapote.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

nada estomagante